Mundos distintos, concepciones antagónicas
Si miramos textos científicos de hace 40 o 50 años, nos daremos cuenta de que muchas de las cosas que entonces se descubrían y se publicaban se están explotando hoy día. Seguramente se trata de algo sabido por todos, pero no deja de ser inquietante el influjo de la economía en casi todos los aspectos de la vida. Podríamos poner un ejemplo bastante cercano: el CD, que tan de moda lleva desde la década de los noventa, fue un invento que tuvo su concepción a finales de los años sesenta y patentado en 1970 por el físico James T. Russell, quién no estaba de acuerdo con la calidad ofrecida por el vinilo. Como el CD, casi cualquier aparatito tecnológico que disponemos ha sido comercializado bastantes años después de su concepción. La razón es simplemente la explotación comercial, el beneficio que buscan fundamentalmente las empresas. Algo que no es malo, pero que provoca que tengamos asegurado que durnate los próximos 40 años puedan surgir nuevos avances tecnológicos aun cuando toda la investigación mundial se detuviera. Quizás en la medicina esto no sea tan patente como en la tecnología, que es la temática que ocupa en este blog.... O quizás sí, ya que también hay grandes intereses económicos detrás de muchas de las empresas farmacológicas.
Comento todo esto ya que el desfase existente entre el punto en el que se encuentra la investigación y el punto en el que se encuentra la tecnología comercial es casi el mismo que el que mantienen universidades y centros de investigación con dichas empresas. Por ejemplo, UMTS casi es una tecnología aún incipiente entre los consumidores de la calle cuando en las universidades se tiene bastante avanzado el estudio de la cuarta generación de comunicaciones móviles e incluso por donde puede ir la quinta. ¿Por qué con un ordenador menos potente que un Spectrum de los años ochenta se tenía el control necesario para mandar hombres a La Luna a finales de los sesenta y principios de los setenta y sin embargo, desde 1972 en que los astronautas Cerman y Schmitt pasaron 73 horas cerca del Mar de la Tranquilidad no se ha vuelto a mandar a nadie? Detrás de la respuesta, nos guste o no, siempre se esconden intereses económicos.
De esta manera, se siguen haciendo cantidad de documentos científicos de gran calidad que no interesan explotar en un presente, y se posponen para un futuro inmediato. De esta manera, un número elevado y creciente de tales trabajos se van acumulando y esperando ser descubiertos. A ello unamos el sistema viciado que rodea el mundo de la investigación en el que se prima tener muchas publicaciones (cantidad) por encima de la calidad; sistema que valora por igual un letter de dos carillas que un trabajo de 50. Al menos en Europa, porque es cierto que ahí EEUU sí nos saca ventaja, y sí que valoran con distinto rasero al letter que al trabajo más extenso. Pero salvo esa excepción (y alguna que otra honrosa), el sistema está "corrupto", de manera que un investigador, un futuro profesor de universidad, etc., por intentar asegurar su plaza, se verá impulsado por el propio sistema a reinventarse a sí mismo, a autoplagiarse en muchas ocasiones, a hacer pequeñas diferencias banales en sus artículos, de manera que consiga acumular un número mayor de publicaciones. Esto no es ciencia como tal, o al menos como cualquier persona normal podría imaginársela. Se va perdiendo la esencia de la investigación, aquella en la que un grupo de personas se esforzaban en sacar algo de manera paciente y que, por desgracia, en la mayoría de las ocasiones no lo conseguían. Sin embargo, su trabajo, incluso cuando no fuese fructífero en los objetivos marcados, sí que tenía una gran validez: señalaban un camino por el cual era infructuoso seguir. Su trabajo es digno de ser reconocido. De los errores también se aprende (y más incluso que de los aciertos), por lo que puede verse terriblemente injusto dejar fuera a personas muy válidas que consiguen desarrollar buenos trabajos y que saben cooperar entre ellos, pero que tienen la desgracia de que su utilidad será la de que otras personas aprendan también de su experiencia y sepan a qué atenerse en situaciones parecidas. Bien al contrario, estos grupos no son vistos como creadores de beneficio (aparente) a corto plazo, y, por tanto, son rechazados, fundamentalmente en un ambiente empresarial, mucho más exigente en resultados para un futuro inmediato. Por todo ello, no nos debe extrañar si en la actualidad, un porcentaje bastante elevado de textos que se catalogan como científicos disten mucho de serlo, y sólo sirvan a su autor para aumentar su currículum y reforzar su posición.
Con todo esto, lo que pretendo comentar es la gran diferencia que hay entre el mundo empresarial y el mundo de la investigación. En el primero sólo valen los aciertos y aquello que genere beneficio de manera inmediata. El grupo de investigadores que antes comentaba que finalmente concluye que el camino escogido no es válido, no tiene cabida en este tipo de ambiente. Por otra parte, la empresa tiene como positivo su gran capacidad de selección, el ser capaz de apostar (en la mayoría de los casos) por productos de gran calado social. En sentido contrapuesto, muchas de las investigaciones que se realizan en la actualidad tanto en universidad como en centros de excelecia, son casi innecesarias y solo tienen el sentido de aumentar el currículum del investigador o grupo de investigación en cuestión. De ahí la cantidad de trabajos que quedan publicados año tras año, algunos (con contenido de calidad) esperando ser descubiertos, otros de poca relevancia, interfiriendo en el descubrimiento de los primeros y finalmente, trabajos que esperan que tecnologías más antiguas y peores terminen de ser explotadas económicamente para abrirse paso en el mercado, rezando porque cuando se decida apostar por ellos, no haya aparecido alguna otra idea mejor y más rentable que los deje eternamente en el olvido. El día que todo este maremagnum se termine casando, seguramente que la humanidad (o al menos el consumidor de a pie) lo terminará agradeciendo. Pero para ello, estoy convencido que empresa y universidad deben ir más de la mano, complementarse entre ellas y ofrecer al otro sus fortalezas inherentes.Universidad_
1 comentario:
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